Nancy, Nan, es una inocente jovencita que trabaja en el
negocio familiar, en la costa de Kent, limpiando y vendiendo ostras. Se
apasiona por asistir a los estrenos de musicales en una población cercana y en
una de las sesiones descubre a una actriz, Kitty, por la que seguirá acudiendo,
noche tras noche, durante toda la temporada.
Lo que comienza siendo admiración en la distancia, acabará
en amistad y enamoramiento. Kitty propone a Nan acompañarla a Londres, ese
Londres victoriano cueva de vicios y crisol de virtudes, donde vivirán con
pasión su relación hasta que termina. Vagando por las calles, en las más
oscuras zonas de ese Londres, consentirá en dedicarse a la prostitución con
caballeros que buscan jovencitos y será el divertimento travestido de una viuda
sin inhibiciones que la utilizará para su entretenimiento y el de su entorno.
Finalmente conoce a Florence, una activista socialista, que
le dará el calor de un hogar y ante la que Nan desnuda su alma, confesándole su
pasado. Florence y Nan comienzan entonces a despertar a un sentimiento mutuo
que las mantendrá unidas, a pesar de la reaparición de Kitty.
La autora mezcla, como algunas opiniones ya han dicho, el
erotismo y la picaresca. Se trata de una narrativa viva, ágil, que no esconde
pero que es capaz de manejar con absoluta fortuna los momentos de erotismo
explícito, sin rebajarlos a lo vulgar. Junto a ese erotismo, Nan es una
superviviente; es capaz de salir a flote aún en los peores momentos, bien sea a
través de la sumisión, bien sea a través del engaño y las artimañas.
Por lo demás, el propio título desvela el tema de fondo de
la novela. “Tipping the velvet” es una frase hecha, datada en la época
victoriana, para referirse al sexo oral; su traducción al castellano mantiene,
con acierto semántico, esa misma intención.
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