La montaña del rey es un relato…;
y lo es, no es más que un relato; y con serlo, no sólo es un relato.
Si me gustasen los libros de
Coelho, compararía este relato con su estilo, pero no es el caso. También podría
verse cierto paralelismo con la idea de un dios padre que reside en las
alturas, enviando a su hijo, y este a sus apóstoles, a extender un mensaje de
Amor a los hombres. Pero no se trata de paralelismos o comparaciones. Se trata
del contenido.
Villamarín tiene estilo propio,
mezcla sentimiento, filosofía y fantasía en forma de cuento alegórico; un
lenguaje sencillo, sin simbolismos innecesarios. Escribe desde dentro, para
hablar del alma humana, de la humanidad entera comprendida en cada individuo,
como una gota de agua que contiene en su interior la esencia del océano.
En la cima de una montaña existe
un reino, guiado por un monarca lleno de sabiduría y bondad que desea extender
tamaños bienes sobre las tierras cercanas, para que sus habitantes puedan
disfrutar, así como lo hacen sus súbditos, de la libertad más absoluta: la
felicidad.
Para ello encomienda a seis
emisarios la misión de visitar a los súbditos de los reinos aledaños. Lo hacen,
curiosamente, sin aleccionar; será a través del ejemplo y tras breves diálogos
con las gentes con las que se van encontrando cómo estas se redescubran y miren
en su interior.
Al hacerlo, al mirar en su
interior, volverán a ver su auténtico ser. La bondad intrínseca de cada uno. El
hombre tiende al bien y su naturaleza tiende a lo bueno (ya lo siento, estimado
Sr. Hobbes, pero el hombre no sólo es materia, es alma y es alma bondadosa).
A pesar de ese interior rico,
feliz y libre, el hombre no se revela siempre a sí mismo. De esa forma, el
hombre no se reconoce en su propia identidad y pasa su existencia actuando de
forma contraria a su propia naturaleza. La sociedad condiciona y anula al individuo,
de forma que este no se reconoce como ser único y busca fuera de sí lo que ya
posee en su interior. Son los individuos los que deben conformar una sociedad, no al revés. El hombre es
bueno, tiende al bien; la bondad en las acciones hace al hombre libre, y el
hombre libre es un hombre feliz, capaz de extender su felicidad a sus congéneres.
Así es el reino que debemos buscar, allá arriba, en la montaña.
En definitiva, ciertamente, es un
relato. Un bello relato que nos habla de esperanza y de búsqueda personal.
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